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Palabras y silencio

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por María Cristina

Hace algunos días le pregunté a una persona por qué estaba tan melancólica, y su respuesta, evasiva y sin ir al fondo, fue: “Porque melancolía es una hermosa palabra”. Y así es, es una bonita palabra, como muchas otras del castellano, el idioma que nos dejaron nuestros conquistadores. Entonces, si tenemos un idioma tan rico y lleno de palabras bellas,  ¿por qué  no lo usamos mejor?

Para el ser humano comunicarse es básico, y saber expresarnos con claridad y asertividad nos ayuda en todos los ámbitos de nuestro diario vivir.

En esta vida vertiginosa que todos llevamos en la actualidad, pareciera que sólo las cosas materiales son capaces de llenar nuestras vidas y no nos damos cuenta que todo lo que alimenta nuestra alma no tiene costo.

Cuando ya nadie se detiene a ver y -mientras caminamos apurados- ni siquiera levantamos la mirada simplemente para sonreírle a alguien y hacer que su día y el nuestro sea distinto;  ni nos detenemos un momento a contemplar las maravillas que la naturaleza nos regala, y sobre todo, cuando dejamos de hablarnos mirándonos a los ojos porque las nuevas tecnologías no lo hacen necesario, deberíamos hacer un esfuerzo por devolverle la importancia a la conversación, a esa que estrecha los vínculos y nos ayuda a conocernos, a entendernos y reconocernos.

Ser capaces de usar las palabras precisas para describir sensaciones, sentimientos o estados de ánimo nos da libertad. Nos hace sentir seguros, ya que sabemos que de nuestra boca está saliendo exactamente lo que queremos decir. Lo que realmente sentimos, lo que en verdad pensamos.

Muchas veces he sido transportada a lugares desconocidos, a otros mundos, reales e irreales, otras he logrado sentir el dolor o la alegría de un personaje en un libro bien escrito; me ha emocionado un poema o me ha conmovido un relato, simplemente porque las palabras fueron usadas con perfección, porque las palabras bien usadas se convierten en magia, cobran vida y nos pasean por todas las sensaciones.

En estos días en que nuestro país pasa por momentos difíciles y el ambiente se encuentra crispado, el uso correcto de las palabras, lo mismo que el tono y el momento en que se utilizan, cobra mayor importancia. He puesto atención en la cantidad de veces que personas que detentan el poder o son líderes en algún ámbito dicen: “me tergiversaron”, “mis palabras fueron mal interpretadas”, “fui sacado de contexto”; y no es así, simplemente se expresaron mal, usaron inadecuadamente un idioma que tiene  todos los matices y colores  necesarios  para decir claramente lo que queremos. Sólo es necesario descubrir las palabras, entenderlas, dejar que su sonido nos susurre al oído.

Pablo Neruda en Confieso que he Vivido lo expresa con maestría:

Las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras

Use el idioma que heredamos, deléitese haciéndolo. ¿Cuál es su palabra favorita? Todos tenemos alguna. La mía es ‘silencio’, porque la encuentro linda, porque su sonido es armónico y porque, igual que nosotros, el silencio habla.

 

 

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