spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

El Primer Amor (Relato de un niño de 7 años en los años ‘70)

spot_img

 

 

Jaime Bórquez Zúñiga.

 

Hoy amanecí muy descompuesto, me siento como sonámbulo; me duele todo el cuerpo, el pelo, las uñas, la nariz y la boca, tengo el estómago como bien apretado y “terciarias” que me hacen tiritar como mi perrita “lola” cuando se baña.

 

Mi mamá anda como loca, sube y baja la escalera, que me da limón con miel, que me pone el termómetro en la boca y que chuuuu… que está alta, que me lo pone en otra parte que me da vergüenza decir y se relaja porque parece que ahí marca menos, que ahora “caliptos” con miel que natre con miel, que toronjil con más miel; estoy que me como unas diez abejitas mejor y santo remedio.

 

Como a eso de las seis de la tarde, mi mamá me llevó al hospital mejor, para que me vea un especialista como le dijo a la vecina Frida. Yo creo que me lleva para que me vea un doctor que también es especialista en sanar a las personas, dar remedios amargos y aceite de bacalao, para que te guste comer pescado.

 

En el hospital el doctor especialista me dijo que abra bien la boca, que diga Aaaaaaaa y que tosa, luego dijo: ¡mmmm… “Yo sólo le veo un poco inflamadas las amígdalas! ¡Mire aquí!” le dijo a mi mamá y ella igual dijo pura letras m juntas… Yo me quedé callado y no dije nada de nada que me había comido un sobre de jugo royal en polvo y que por eso tenía todo rojo, creo que hasta mis tripas. Luego me pusieron una inyección que tenía una jeringa súper grande de algo que se llamaba penicilina. Lo único que saqué con el especialista, fue un cachete todo rojo y adolorido.

 

Al llegar a la casa se puso buena la cosa, de entradita mi mamá me dijo que como el especialista había dicho que tenía casi nada, ella le había creído a él y con voz que no le conocía me dijo: “Que te pasa, dime la verdad”… Y yo calladito, como los soldados de la serie de la tele “Combate” cuando los atrapan los nazis. Como a la tercera vez que me preguntó lo mismo, ya no pude aguantar más y le tuve que contar nomás, pero… A todos los males que tenía, ahora se me sumó el “Mudismo”, no salía ni una palabra de mi boca; ni sí ni no, nada de nada y mi mamá espera que te espera, mira que te mira y yo… mudo, completamente mudo. Hasta que sin más ni más me dijo: “Bueno pues Kike habla de una vez” y ahí sí que no hubo más remedio que soltar la papa y hablar como un loro de esos que le raspan la lengua con una moneda antigua.

 

¡Bueno mamita, este… este…empecé a tartamudear…Hasta que por fin solté lo que me tenía atorado igual que un pollo: “me gusta la Paulina” le dije bien rapidito y me metí hasta el fondo de mi cama, tapado enteramente. ¡Ah era eso!, exclamó, pero ya con otra voz y más tranquila, se rió, me dio unos palmazos de cariño y ahora yo sí que no entendía nada. Luego me dijo que saliera de ahí y le contara “todo”, y yo pensaba, ¿qué todo?, si no hay nada, sólo me gusta y punto. Aparte que me da no sé qué, porque es la primera vez en mi vida que le cuento que me interesa otra mujer que no es ella, se puede poner celosa. Bueno, la Paulina es una niña nomás, pero al fin y al cabo es otra mujer. Ahí ya con más confianza y de a poquito, empecé a explicarle que en mi curso hay unas compañeras que son mujeres yyyy… ¡¡¡¡Eso ya lo sé!!!!, me dijo… Bueno y una de ellas es la Paulina y me gusta. ¡Para que dije eso!, ahí empezó un interrogatorio más largo que los del pelado Koyac, el detective de la tele. Que, ¿quién es?, ¿cómo se llama?, ¿Dónde vive?, ¿Cuántos años tiene?, ¿Quién es su mamá?, ¿Quién es su papá?, ¿cuántos hermanos tiene?, ¿Cómo es su casa?, ¿Cómo se ríe?, que si es rubia o morena, alta o chiquita, gorda o flaca, matea o floja y por último me pregunta que por qué me gusta. Igual no pude hacerme el leso y estuve que contestar todo el interrogatorio.

 

¡Bueno!…le dije, la Paulina es mi compañera de curso y de banco, eso es muy importante, porque nos sentamos juntos y de ahí creo que nació el amor, porque otros chicos del curso nos molestan que somos el “uno para el uno” o sea, que los dos hacemos uno. Que no sé quién es su mamá, que no sé quién es su papa´, que tiene una hermana mayor que se llama Nancy, que vive como a diez calles de la mía, que es entre rubia y morena, que es delgada, que es malita “pal” estudio porque tiene rojos en el libro, que su pelo es largo y cuando se ríe muestra todos sus dientes blancos que se ven taaaan lindos…¡ ya al final de lo contado se me salió un tremendo suspiro! porque cuando le decía todo esto a mi mamá, me la iba imaginando y en un rato me pareció estar carita con carita con ella. Ahí mi mamá se rió de buena gana, cosa que a mí no me pareció, porque el amor es algo sumamente serio “y” importante… Y mi mamá se lo tomaba a la risa, claro porque estábamos hablando de mi amor, no de su amor. Luego, toda tierna me abrazó y me dijo: “Si está tan grande mi niño y está enamorado”, Recién ahí entendí lo de su risa, se reía de pura picada porque ya no era la única mujer en mi vida…

 

De pronto mi mamá me dice: “Pero hijo, ¿y tú igual le gustas a la Paulina?” Y eso yo jamás lo había pensado, nunca se me había ocurrido siquiera. Para eso creo que también están las mamás, para pensar algunas cosas por los hijos. Y sin más le dije: “No sé mamá…nunca le he preguntado…” Si nunca le he dicho a la Paulina que me gusta, menos le voy a preguntar si yo le gusto. Las ocurrencias de mi mamá…

 

Nuevamente me duele todo el cuerpo, el pelo, las uñas, la nariz y la boca, tengo el estómago como bien apretado y “terciarias” que me hacen tiritar como mi perrita “lola” cuando se baña. Y ahora de verdad no sé por qué…

 

Jaime Bórquez Zúñiga.

spot_img

MÁS NOTICIAS

spot_img