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Liceos de Excelencia

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Seamos francos. La educación chilena está en crisis hace largo tiempo, y llegó la hora de introducir, con valentía y decisión, los cambios obvios que requiere. Los últimos resultados del Simce y la PSU sólo confirman lo que a todas luces es una nefasta realidad, y es que distamos mucho de tener una educación pública óptima.

Pese a los esfuerzos, como sociedad no hemos sabido poner el bien común por sobre el interés de unos pocos, y las medidas de presión, la fuerza, la despreocupación familiar, la negociación gremial y el populismo político, desgraciadamente, han podido más que la lógica de la razón, el intelecto, la planificación y la visión de futuro. Así, lo que hoy tenemos por sistema no es sino un mal construido “Leviatán” cuyos miembros más grandes son aquellos que por la violencia de los actos, los discursos o el mero abandono, han impuesto sus condiciones a los demás.

Y es que el sistema de educación pública chileno no soporta más. Por eso es que cualquier medida sería que apunte a mejorar los actuales estándares, deber ser acogida en principio, discutida con mente abierta, con ánimo al cambio, con disposición para saber que trabajaremos más, que seremos más evaluados, que se nos exigirá aún más, pero que a la larga, los resultados serán mejores.

Hoy curiosamente, el sistema de educación pública mide a sus alumnos, pero escasamente a los profesores. Es administrada por los municipios, quienes parten en su gestión con las manos amarradas, sin posibilidad de innovar ni mucho menos de resolver sobre la forma de asignar y eficientar los escasos recursos disponibles. En tanto, muchos padres prácticamente abandonan a sus hijos a la suerte, como esperando en los colegios una “solución milagrosa” que forme hombres y mujeres integrales por el sólo hecho de ir a clases.

Por eso, en lo personal, resulta tan atractiva una de las propuestas anunciadas el 21 de mayo por el Presidente de la República Sebastián Piñera, para crear los 50 primeros liceos Bicentenarios o de “excelencia” en el país, replicando el exitoso modelo del Instituto Nacional. Y nosotros, como comuna, aspiramos a contar al menos con uno de ellos.

Lo que diferencia a este tipo de planteles, es que el ingreso es por postulación, y a ellos aspiran los mejores estudiantes tanto del mundo público como particular. También se diferencia porque los estándares de exigencia –palabra que hoy parece traumar a parte de la sociedad, como si exigir fuera un pecado y no un atributo para el desarrollo- son superiores a la media nacional.

Pero así como se selecciona a los estudiantes de entre los mejores, también se selecciona y evalúa periódicamente a los profesores, y sólo los mejores de ellos pueden enseñar y mantenerse en sus aulas. Y las familias están obligadas a comprometerse en esta tarea, pues el apoyo es fundamental para que se logren los resultados educativos esperados.

Permítanme un ejemplo: todo niño aspira a ser como el futbolista goleador de la Copa, y difícilmente imitará al malo. Por eso, y al contrario de lo que algunos han criticado, que creo firmemente que modelos como el Instituto Nacional incentiva la sana competencia, crea condiciones para la iniciativa, promueve procesos de transformación y superación constante. Inspira a los niños a ser mejores. Pero, lo más importante, es una posibilidad de ensayar una nueva forma de enseñar y de aprender.

Es francamente imposible que todos los colegios sean planteles de este tipo en base al actual estatuto docente y sin el compromiso concreto de los padres. Pero podemos avanzar para que la calidad de los actuales sea mejor.

Hoy, en definitiva, tenemos la oportunidad en nuestras manos para mejorar la educación con medidas como ésta. La pregunta es si todos estarán disponibles y a la altura de las circunstancias para que estos cambios obvios se hagan.

Desde el municipio de Valdivia estamos dispuestos a jugarnos por una educación de calidad, tal como lo hemos hecho estos años, incluso asumiendo los mayores costos cuando nadie respondía por ellos. Confío que igualmente los demás actores sabrán ver la necesidad urgente que tiene Chile, y permitirán los ajustes que rompan este callejón sin salida en que está la educación. Así todos contribuiremos para más allá de 50 liceos de excelencia, todos nuestros colegios, alumnos, apoderados, profesores y funcionarios sean de calidad”.

Bernardo Berger Fett

Alcalde de Valdivia

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