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Participación económica de las mujeres

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Por Remza Delic Sasso, Directora Regional de Sernam

El año 2006 el World Economic Forum elaboró por primera vez el Índice de Disparidad de Género, para medir cómo los países distribuyen sus recursos y oportunidades entre mujeres y hombres, independiente de los niveles generales de dichos recursos y oportunidades, con la convicción de que si logramos la participación igualitaria entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida, crearemos una sociedad competitiva y próspera. Desde el año 2006 a la fecha, Chile ha pasado del lugar 78 en el 2006; al 64 en el 2009, pero en la medición de la participación económica de la mujer estamos en el lugar 112 de 134 países (WEF, 2009).

La participación económica de la mujer contempla mayores oportunidades laborales, igualdad salarial por trabajo de igual valor y participación de mujeres en altos cargos directivos.

En la región de Los Ríos, la participación laboral de la mujer alcanzó en el último trimestre móvil el 33,4%; y en el país es de 43%, existiendo una clara brecha con respecto al nacional. Y su participación se concentra en los sectores de menores ingresos en la economía, servicios comunales, sociales y personales (23%) y en el sector comercio (10%). Es decir, de la población femenina económicamente activa (15 a 60 años de edad) solamente un tercio participa en el mercado laboral, dos tercios de las mujeres se encuentran fuera del mercado del trabajo, desempleadas (7,5%), subempleadas y/o en trabajos informales. Las razones de esto pueden ser muy variadas, pero tienen directa relación con las oportunidades laborales existentes para las mujeres.

La Encuesta Nacional de Coyuntura Laboral (2008), que utiliza como base de estudio a las empresas, constata la existencia de segregación ocupacional en nuestro mercado de trabajo, mientras los trabajadores tienen presencia en proporciones bastante parejas en todas las ramas de la economía, las mujeres se concentran en tres sectores: servicios sociales y de salud (64,4%), enseñanza (63%) e intermediación financiera (52,1%), lo que configura una serie de desigualdades en la inserción laboral de las mujeres, ya que si se concentran en pocos sectores, existen menos oportunidades laborales, llegando a feminizar estas empresas, ya que el 18,5% de las empresas en la región de Los Ríos son “feminizadas”, es decir, más del 50% de su contratación son mujeres (ENCLA 2008).

Aumentar en forma significativa las oportunidades de trabajo y autonomía económica de las mujeres, y las posibilidades de conciliación trabajo/familia tanto para las mujeres como para los hombres, es uno de los objetivos que se ha planteado el Servicio Nacional de la Mujer para el período 2011 – 2014, por lo que hay que desconcentrar la participación de las mujeres en los sectores tradicionales, avanzando hacia ese 81,5% de empresas regionales en que la presencia femenina es baja aún.

Incorporar más mujeres al mundo laboral permite disponer de más personas capacitadas y aumenta el pool de talentos para una organización; pero además de sumar a la productividad de la fuerza laboral y la competitividad de las empresas, hay un tema de fondo: lograr equidad de género, para mujeres y hombres.

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