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Gajes del oficio: Anécdotas del trabajo escolar

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1.- LA VIDA ES SUEÑO

Trabajaba en un Centro de Educación Integral de Adultos en la ciudad de Río Bueno, en donde mis alumnos eran personas que por diferentes motivos dejaron de estudiar en un momento determinado de sus vidas y luego volvieron a retomarlos.

Los alumnos de la jornada nocturna llegaban con gran alegría y mucho entusiasmo a sus clases, pese al cansancio de una jornada diaria de trabajo.

Un día como cualquier otro les pedí que cerraran sus ojos e imaginaran como veían su vida una vez concluida su educación. Para este ejercicio les di cinco minutos. Cuál no sería mi sorpresa al empezar a escuchar ronquidos en la mayoría de ellos. Al comunicarles que el tiempo del ejercicio había terminado, solamente cuatro de veinte alumnos atendieron a mi llamado, así es que no hubo más remedio que dejar dormir a casi toda mi clase por media hora.

2.-EL MUNDO SE CAE A CADA RATO

Estando en una clase de Física, demostraba a mis alumnos con dos balones de básquetbol como se produce un eclipse de luna, para lo cual uno representaba al planeta Tierra y el otro a la Luna, de pronto, con un giro inesperado se me fue al suelo el balón que representaba a la Tierra. Se produjo un silencio en el salón de clases, el que fue interrumpido por un alumno, quien muy locuazmente comentó: «¡con razón este mundo está tan mal, si se cae a cada rato!»

3.-ESCRIBIENDO EN EL PIZARRÓN TODO SE ESCUCHA, HASTA LOS PIROPOS

Estaba haciendo clases a un curso de adultos, en el cual había 22 mujeres y un sólo varón, que por supuesto era el blanco de todos los piropos de parte de sus compañeras.

A mis alumnos les había comentado que cuando estaba escribiendo alguna materia en el pizarrón, escuchaba hasta el más mínimo suspiro que se producía en el salón de clases. Por lo visto nadie me creyó, hasta que un día en el cual estaba escribiendo nuevamente en el pizarrón dando la espalda a mis alumnas, una de ellas comentó con una voz muy bajita: “¡Qué lindo trasero tiene el profe!”. Ante esto, muy halagado, sonreí picaronamente y escribí: “GRACIAS POR EL CUMPLIDO”,  después de lo cual se produjo un silencio y luego una risa generalizada que duró por varios minutos y que, por supuesto, compartí con mis queridas alumnas.

4.-LA ZAPATILLA GOLEADORA

Estábamos celebrando el aniversario del colegio, dentro del cual se jugaba un partido de futbolito en el gimnasio de nuestra ciudad. Debían jugar tres mujeres, el profesor y un varón descalzo en cada equipo.

En nuestro equipo jugó una alumna llamada Soledad, que -al no tener zapatillas- se calzó las de un compañero que, obviamente, eran mucho más grandes que su pie. Muy reñido estaba el partido cuando de pronto le llega la pelota a Soledad, quien pateó en dirección al arco como la mejor futbolista profesional;  el arquero del equipo rival se estiró para detener el tiro, pero grande sería su sorpresa cuando vio que ¡atrapó entre sus manos la zapatilla de mi alumna!, mientras la pelota ingresaba pausadamente en el arco.@ER

Jaime Bórquez Zúñiga

Edición y foto: nrs

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