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El entusiasmo es la clave para lograr nuestros sueños

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Conocí a Eladio en un Centro de Educación de Adultos de Río Bueno, del cual yo era el Director. Era un muchacho bajo de rostro simpático y carácter agradable que se destacaba entre todos los alumnos de su promoción por su oratoria, la forma de modular y gesticular al comunicarse.

Aparte de estudiar de lunes a viernes de 19:00 a 22:45 horas, era padre de familia y trabajaba de panadero en una panadería local, una labor de levantadas tempranas y duro trabajo, para cualquier personaje, hubiera sido un ritmo de vida que no pudieran llevar. Pero no así Eladio, alerta a las necesidades de todos irradiaba alegría y el anhelo de ser siempre útil.

Parece que te gusta lo que haces en tu diario vivir-  le dije- ¡Oh, sí profe! Este es un colegio magnífico, los profesores son mis amigos, tengo una familia maravillosa. Y Dios Mi Señor me acompaña en cada jornada- me contestó.

Por lo visto su “arduo trajín diario” no le molestaba en lo más mínimo. Y ello porque tenía una meta bien definida: quería llegar a ser empleado de alguna importante empresa. Y le animaba el entusiasmo.

Había olvidado aquel pequeño episodio hasta que, varios años más tarde fui a comprar a un Supermercado y escuche al jefe de panadería, explicarle a una dama con tal claridad y amabilidad lo que era el “pan verde”, que no dude en voltearme para ver al interlocutor. ¡Eladio!, exclamé, sí, es Eladio mi ex alumno,- ¿de manera que ahora le enseñas a los clientes los secretos del pan?- ¡Sí profe!- respondió, pero además estoy terminando la Carrera de Administración de Negocios y sigo aspirando a ser empleado de una importante empresa.

¿Cumplirá Eladio su propósito? Pues, ¿cómo sería posible que fracase? , no tengo dudas: Un ser humano puede triunfar en cualquier cosa en la que ponga entusiasmo.

El entusiasmo eleva la vida sobre las cosas ordinarias, le presta sentido, el que lleve una vida impasible puede llegar a insensibilizarse, la impasibilidad equivale a evadir la vida, ser impasible es no vivir, ya lo decía Jack London: “¡La función propia del hombre no es existir sino vivir!”

Norman Vincent Peale, autor de “Enthusiasm Makes the Difference” ha dicho. “No propongo una actitud de ciego optimismo, de dulzura e inocencia ante los problemas de la vida. Sin embargo he conocido personas que conservan su entusiasmo hasta el final de su existencia, y entonces la abandonaron, con las banderas ondeando al aire, con el amor a la vida brillando aún en sus ojos” ¿Cuál era su secreto? ¿Qué métodos podemos emplear para reavivar deliberadamente nuestro entusiasmo por la vida? He aquí algunos de los consejos que el Pastor de la Marble Collegiate Church de Nueva York, Norman Vincent Peale compartió con su gente por muchos años.

Obrar como si fuéramos así. Si quieres poseer cierta cualidad, obra como si ya la tuvieras. Este principio es eficaz. Es una ley ya demostrada de la naturaleza humana que lo que uno imagina ser, con el tiempo tenderá resueltamente a serlo.

Deséchense de los errores. Una mente llena de ideas sombrías cierra el paso a los pensamientos alegres y animosos. Pasemos revista cada día a nuestros fracasos y desilusiones, a los desaires sufridos, a nuestros errores y tonterías. Luego hagamos de ellos un montón y desechémoslos de nuestro consciente.

Pasemos revista a lo bueno. Recordemos día a día todo lo bueno que hacemos, ya que, a mas cosas buenas enumeremos se crea la posibilidad de que surjan otras.

Pensemos con sentido positivo. Somos lo que pensamos. Si nuestro discurso interior es negativo seremos eso: seres humanos pesimistas irradiando energía negativa. Por el contrario, si nuestro discurso interior es positivo somos seres que creamos y emanamos energía positiva.

Aprendamos de nuestros éxitos. El fracaso puede mostrarnos la forma en que debemos abstenernos de hacer esto o aquello, pero más importante es saber cómo hacerlo. Cuando se obtiene un triunfo, hay que preguntarse: ¿Por qué me salió tan bien?, ¡no sigamos adelante pensando a la ligera!, ¡qué bien lo hice!, ¡qué bien que puedo ayudar!
Señalémonos un objetivo. El historiador americano Arnold Toynbee dice: “La apatía sólo puede ser vencida por el entusiasmo, y solo dos cosas pueden despertar el entusiasmo: primero, un ideal que arrebate la imaginación; segundo, un plan definido y claro para poner en práctica ese ideal”.

Tengamos fe. La palabra entusiasmo viene del griego entheos, significa “Dios en uno mismo”, o “lleno de Dios”. Cuando atribuimos al entusiasmo la facultad de resolver nuestros problemas, en realidad decimos que el mismo Dios nos proporcionará la sabiduría, el valor, la fe y la habilidad que necesitaremos.

Si quieres tomarte un buen café, hay que ponerle un poco de café, si quieres vivir, pon un poco de vida en ella. ¡Cualquier cosa que sea lo que intenten, empréndanla con ánimo! @ER

Jaime Bórquez Zuñiga

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