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Presidente UDI confunde conceptos de «progreso» y «progresismo»

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Dr. Marcos Saldías Yáñez

Presidente Regional PRSD

Mis oídos no daban crédito cuándo escuché decir al Presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, que la Coalición por el Cambio también era una fuerza progresista pues ellos también creían en el progreso.

Progreso y progresismo son dos palabras que, aunque parecidas, apuntan a cosas distintas.

Por un lado progreso se conceptualiza como el aumento del bienestar material. Los gingles y panfletos de los años 40 hablaban de un progreso en Obras Públicas o progreso en torno a construcción, negocios, vivienda, etcétera.

Por su parte progresismo es una doctrina filosófica, político, ética y social gestada durante la revolución francesa y desarrollada en Europa, que tiene como viga maestra la reforma o reformulación de las instituciones conservadoras del antiguo régimen, dando paso a las monarquías constitucionales post revolución francesa o derechamente a gobiernos democráticos, como más tarde se plasmarían en la realidad política del viejo continente.

El progresismo se identifica con una sociedad igualitaria, que se esmera en defender las libertades públicas y los derechos individuales, opta por la aceptación e integración de las minorías, sean étnicas, sexuales o de otra índole. Es tolerante en el ámbito religioso, propende al laicismo y persigue deconstruir la sociedad estamental de los grandes latifundistas para llegar a una sociedad igualitaria en la que hombres y mujeres tengan igualdad ante la ley y la sociedad, por tanto, el progresismo ha luchado históricamente por la equidad de género, para que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Para que los hijos no reconocidos tengan derecho al reconocimiento y la mantención, para que las personas decidan qué hacen con su vida y no sea un gobernante, el patrón del fundo o Dios el que les esté pauteando sus vidas.

El progresismo es la máxima expresión del humanismo y el racionalismo y pretende una sociedad gobernada por los más aptos, no por los plutócratas o aristócratas.

Últimamente el progresismo se ha volcado hacia el ecologismo y el medioambientalismo, en virtud de la necesidad del ser humano de vivir en un medio limpio sin contaminación. El progresismo verde, tan vapuleado por empresarios y grandes propietarios agrícolas, defiende el medio ambiente y la biodiversidad porque concibe el desarrollo sustentable que permite al hombre vivir en consonancia con el medio, obteniendo beneficios del mismo sin destruirlo. Es por ello que la veta verde del progresismo es enemiga acérrima del modelo depredador de libre mercado

El travestismo político de Piñera vuelve a aparecer. Ya lo hizo cuando compitió con Bachelet, hoy se dice progresista, igual que los radicales.

Los radicales son progresistas por antonomasia y el progreso de la nación para alcanzar la equidad se debe a grandes hombres y mujeres de nuestras filas: Pedro Aguirre Cerda, Armando Quezada Acharán, Juan Antonio Ríos, Amanda Labarca, Pedro Bannen Pradel, Enrique Oyarzún Mondaca, Inés Enríquez Fröedden, Luis Bossay Leiva, Tucapel Jiménez y tantos tantos otros.

No se dejen engañar por la demagogia de Piñera, si MEO y Arrate no pudieron llegar a esta instancia, hoy es preciso votar Eduardo Frei.

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