spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

La desigualdad salarial

spot_img

 

Por  C.C. Queupuan. Constructor Civil

27 diciembre 2018.- Cuando era niña y estudiaba en una escuela rural siempre mi profesor nos decía que para los todos sus alumnos éramos iguales, que la vida nos iba a dar las mismas oportunidades siendo hombre o mujer, como añoro esos días en que creía y confiaba en sus palabras, como me gustaría que mi jefe pensara igual a ese profesor rural.

Cuando ingresé al mundo laboral me di cuenta que todo era diferente, con pena y amargura me doy cuenta que mi trabajo vale menos porque no pertenezco al género predominante en el rubro, mi esfuerzo y mis estudios no importan en lo más mínimo. Comprendí que por más que no le pida permisos a mi jefe, que no tire licencias, y que no le traiga “problemas de mujeres”, siempre mi trabajo será más barato que el de mis colegas.

Hoy gano 32% menos que mis pares, en el mismo puesto, bajo las mismas exigencias, siendo que yo soy profesional y algunos de ellos no. Lo que duele en estas circunstancias es tener que rogar por un sueldo justo, mes a mes subir a hablar con una persona la cual mientras le presentas tus argumentos piensa “para que quiere más plata si es mujer”. Pero no importa cuántas veces tenga que rogar, cuántas veces tenga que soportar una injusticia, no importa cuántas veces alcemos la voz para que nos paguen lo justo, hoy al llegar a mi casa me espera una pequeña que no tuvo la culpa, al igual que yo, de nacer mujer, por ella escribo hoy, por ella alzo la voz, por ella subo una y otra vez a la oficina de mi jefe, por ella exijo, para que ella no sufra lo mismo que yo.

spot_img

MÁS NOTICIAS

spot_img