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El ‘Forrest Gump alemán’ llega a sudamérica y pasó por La Unión

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Por María Fernanda Ayala Rodríguez

27 noviembre 2018.- Robby Clemens (56) avanza en su carrera a pie por el mundo; va desde el Polo Norte hasta el Polo Sur. Esta es su historia y la huella que anhela dejar a lo largo de su camino.

Colegio Alemán de La Unión 

Su director Kurt Köhler, nos comenta que  «él, es un hombre que está recorriendo a pie desde el polo norte hasta el polo sur. En este momento se encuentra en Chile, y nosotros aprovechamos la oportunidad para invitarlo y poder conocer sus motivaciones y aventuras de viaje».

Köhler agregó «este personaje, Robby Clemens, es un ejemplo de superación. Él, ha demostrado cómo un ser humano luego de caer tan profundamente, puede levantarse, superar sus crisis y alcanzar grandes metas».

Asimismo «todo comenzó con la quiebra de la empresa familiar que sus padres habían fundado. Luego de que su familia trabajara duramente por cuarenta años, Robby llevó la empresa al fracaso. La dura situación económica y la culpa de haber destruido el sueño familiar, lo llevaron a sumirse en el alcohol y tabaquismo. Sin embargo, el gran apoyo de su propia familia y de un médico amigo, le hicieron entender que había llegado el momento de cambiar y salir de esta destructiva vida. Y así comenzó a correr, como una terapia de superación».

«Un grupo de alumnos de nuestro colegio recibió a Robby Clemens en la entrada de nuestra ciudad y lo acompañó caminando hasta el colegio. Una vez que llegaron, él realizó una charla motivacional en la que contó algunas anécdotas y entregó sus impresiones sobre el viaje que realizó el año 2007 por el mundo. Ahora está llevando a cabo su última aventura, recorrer desde el polo norte hasta la Antártida.

Finalmente, «no solamente su exposición y fotografías fueron entretenidas, sino que cada detalle de lo que ha vivido son un buen ejemplo para que nuestros alumnos sepan lo duro que es enfrentarse a las drogas y a la vez entiendan que con disciplina y voluntad se pueden vencer los obstáculos».

Historia 

Sin un centavo en el bolsillo, preso del alcoholismo y la nicotina, Robby Clemens ató fuertemente los cordones de sus zapatillas y arrancó a correr por las carreteras de Alemania sin mirar atrás. Hoy, a sus 56 años y con la satisfacción de haberle dado la vuelta al mundo en el 2007, se enfrenta al viaje más largo de su vida: recorrer la tierra desde el Polo Norte hasta el Polo Sur a pie.

Con la nieve a las rodillas, 45 grados bajo cero calándole sin piedad en los huesos y 90 kilos de equipaje sobre su espalda, Robby arrancó su más reciente travesía hace menos de un año en Groenlandia. Así lo cuenta a su llegada a la lluviosa Bogotá, donde lo recibe un grupo de alemanes y bogotanos que siguen su periplo en internet.

Acompañado de más de 50 valientes expedicionarios provenientes de diversos puntos del planeta, aterrizó en un avión militar ruso sobre un casquete de hielo a modo de pista en el Oceano Ártico, con el firme propósito de completar los 42 kilómetros del Maratón del Polo Norte, uno de los más extremos del planeta.

“Correr una maratón a temperaturas tan bajas es mucho más difícil que en condiciones de calor”, cuenta Robby. Tras 9 horas de recorrido, coronó su primera meta, y continuó su marcha por el territorio danés autónomo durante 10 horas diarias hacia el sur. Adelante lo esperaban las poblaciones de Kangerlussuaq, Tasilaq, y un vuelo hacia Montreal (Canadá).

“Correr es mi vida”

Y es que Robby dio sus primeros pasos como maratonista para no morir. Todo empezó a finales de los 90’s cuando el enorme peso de la culpa por llevar la empresa de sus padres a la bancarrota lo hundió en la dependencia al alcohol. “Uno piensa que tiene todo bajo control, pero el alcoholismo apareció y me llevó a vivir a las calles” confiesa el caminante.

Para esa época, Robby entendió que su siguiente paso era decidir entre dejarse morir,  internarse en una clínica de desintoxicación, o cortar por lo sano para renacer de entre las cenizas. En ese momento, después de perderlo todo, y estando a punto de perder a su familia, las drásticas palabras de su médico calaron en lo más profundo de su ser.

Robby Clemens en 1998

“Después de leer un libro sobre un hombre que liberó su cuerpo del alcoholismo al empezar a correr, pensé que esa era la manera más fácil de lograrlo. Conseguí un par de zapatillas deportivas y desde el primer paso no volví a probar una gota de licor ni a fumar”, relata Clemens.

“Al principio caminé 5 kilómetros, luego 10 y después de un año cumplí el sueño de correr mi primera maratón” recuerda Robby y sonríe. Después de ese suceso nada pudo detenerlo; ni los 125 kilos que pesaba, ni los mareos por la abstinencia al alcohol. En este camino, su esposa lo acompañaba con víveres y apoyo moral.

Antes de convertirse en el “Forrest Gump alemán”, Robby se preparó física y mentalmente durante 8 años de maratones. Su historia saltó a las primeras páginas de los diarios cuando logró darle la vuelta al mundo en el 2007, recorriendo 13.262 kilómetros, a través de 27 países, de 4 continentes, en 311 días.

De esa experiencia conserva una selección de fotografías que retratan los momentos más memorables de su travesía: las extensas caminatas bajo la lluvia por las calles de Turquía; su paso por los deslumbrantes templos rosados tallados en piedra en Petra al sur de Jordania; su inmersión en las densas aguas del Mar Muerto; una visita a una escuela primaria en la India; sus charlas en Hong Kong (China) y el vuelo de conexión hacia Estados Unidos.

Del ritmo de su narración se revela que el caminante alemán no tiene prisa. No habla español, aunque se defiende con traductores en línea. Hace una pausa y muestra una imagen donde aparece corriendo sobre una larga carretera de asfalto caliente al sur de California. Su rostro, bañado en sudor y cubierto hasta la nariz con un pañuelo blanco, contagia la sensación de agotamiento físico que sufrió a 60 grados centígrados de calor bajo el sol de Las Vegas.

Durante travesías como esta, Robby bebe más de 10 litros de agua al día. Cada dos horas hace una pausa para comer pequeñas cantidades de arroz, papas y spaguettis que prepara en una pequeña olla a la orilla del camino. Excepto cuando atravesó Guatemala hacia El Salvador, donde tuvo que caminar por las carreteras nacionales, en gran parte acompañado de guardia civil. “Me dijeron que era menos peligroso caminar por vías de alto tráfico vehicular, que adentrarme en las vías de las poblaciones”, agrega el alemán.

Luego de escuchar a Robby contar sus maratónicas proezas, hay algo que sale a la luz: él no solo corre para cumplir sus propios sueños. Relata que su primera carrera por un país extranjero fue desde Basora hasta Bagdag; 500 kilómetros en marcha por los niños víctimas de la guerra de Irak. “La gente temía que muriera de un disparo o de sed durante el recorrido”, recuerda Robby, y se pregunta en voz alta si seguirán con vida los niños que para esa fecha habían logrado escapar de la muerte.

Así, entre ires y venires, Robby pasó de ser un corredor aficionado que entrenaba en la comodidad de las calles alemanas, a ser un trotamundos experto. Además se volvió conferencista motivacional, autor de varios libros, y una verdadera inspiración para miles de personas que quieren seguir sus pasos.

Y es que Robby Clemens es un ser humano digno de admirar. En los miles de kilómetros recorridos ha logrado superar las pruebas más difíciles: enfermedades, caídas, heridas,  ampollas en las plantas de los pies, calambres musculares, y hasta una infección en su rodilla izquierda que le complicó su caminata en la frontera de Estados Unidos con México.

Sin embargo, el maratonista alemán no se puede dar el lujo de parar. En pleno verano, cruzó el territorio norteamericano empujando su carrito de equipaje desde Nueva York, pasando por Washington D.C, Nueva Orleans hasta Houston, Texas. De allí salió escoltado por un amigo suyo que conducía una camioneta Dodge, con placas de Texas. “Le pusimos por nombre ‘Franky’; en ella puedo descansar, hacerme las curaciones y llevar todo lo necesario para llegar al sur”, afirma Robby.

Para su pesar, cuando cruzaba la aduana en Panamá, un vehículo chocó contra ‘Franky’ en la parte de atrás. “Aún así mandamos la camioneta por conteiner hasta Cartagena, donde tuvimos que esperar 3 días para poderla reclamar”, narra Robby con cierta indignación. Rumbo a Medellín retomó las fuerzas, sobrepasó montañas en camino hacia la capital. Siempre a su llegada lo espera una delegación de la Cámara de Comercio Colombo Alemana en cada lugar.

En el horizonte lo esperan las poblaciones más coloridas de Quito (Ecuador), Lima, Tacna, y Salta (Perú), Mendoza, Zapala, y Tres cerros (Argentina), Punta Arenas al sur de Chile, Framheim, una base establecida por el explorador noruego Roald Amundsen en la bahía de las Ballenas, hasta llegar a su meta final en el centro de la Antartida.

“Caminar es el regalo más grande que me ha dado la vida (…) poder encontrarme en el camino con tantas personas me ha hecho entender que es más lo que nos une que lo que nos divide”, asegura Robby. Se despide dando abrazos y finalmente responde a la pregunta de un joven colombiano sobre qué piensa hacer cuando ya no tenga las mismas fuerzas para andar: “Einfach Laufen”, en español, simplemente caminar.

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