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La degradación de nuestros suelos y cómo revertir esta situación que nos afecta a todos

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Entrevista realizada al presidente, Hardy Cárdenas de la ONG- Suelos Vivos por la periodista Ximena Fernández, Portal el Campo de El Mercurio

1.- ¿Cuáles son las características de un suelo degradado o que ya no es apto para el cultivo?

Puede afirmarse que la agricultura sostenible solo es posible si se manejan adecuadamente los contenidos de materia orgánica del suelo y la condición estructural del mismo. En la medida que estos componentes se pierden, las propiedades del suelo se degradan y la productividad se acaba. Ahora, hay un mito que desterrar: No por ser orgánico es sustentable, ya que se sigue destruyendo el suelo. Tampoco se manejan conceptos como conservación, ya que no hay nada que conservar de los actuales niveles de suelo degradado que tenemos hoy, pero es posible mejorar los suelos y llevarlos a condiciones de equilibrio, con formación de suelo nuevo.

Antiguamente los campos eran muy productivos debido a que el nivel de materia orgánica en el suelo era alto, lo que no requería de tantos químicos para alcanzar alta productividad. Al estar hoy los suelos degradados, desde el punto de vista productivo es económicamente inviable trabajar los campos, porque la inversión económica debe ser alta; semilla, maquinaria, fertilizantes, agroquímicos y fitosanitarios. O sea, mucha inversión para producir márgenes de ganancia, recurriendo a vastas extensiones de superficie, pero con baja rentabilidad económica.

Un suelo degradado es aquel donde se ha perdido lo más importante, que es la carga orgánica del suelo y la estructura, destruida por la forma que se utiliza los suelos, principalmente, donde no se considera la reposición orgánica, base fundamental para el desarrollo de una agricultura sustentable, así como también los aspectos físicos, biológicos y, por último, químicos del suelo.

Hoy se puede ver que las zonas que antes fueron graneros desde la Araucanía hasta la región de Los Lagos, son zonas llenas de plantaciones de pinos y eucaliptus debido a que los suelos degradados no eran productivos y los propietarios optaron por vender a las empresas forestales, ya que no existían políticas destinadas a la recuperación de suelos, pero si financiamiento para seguir destruyéndolos con plantaciones exógenas que no aportan nada al suelo para su recuperación.

Chile ha sido un país campeón en rendimiento en variadas especies que el agricultor ha producido en su campo, pero este afán de la gran mayoría, nos ha llevado a no medir “el cómo” para llegar a esa cifra, destruyendo millones de hectárea de bosque para ir habilitando suelos agrícolas, un círculo vicioso que está destruyendo cada año millones de hectáreas de suelo fértil que no vuelve (uso del arado y monocultivos), ya que los actuales sistemas productivos no consideran al suelo como algo vivo, trayendo consigo graves problemas sociales y ambientales -como el déficit de agua- ya que muchos campos han sido abandonados, vendidos, arrendados o forestado y el agricultor viéndose obligado a emigrar a la cuidad.

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2.- ¿Que atributos debe tener un suelo para ser considerado vivo o apto para la agricultura (ph-nutrientes, estructura, capacidad infiltración, etc)?

El suelo es un elemento vivo en la medida que contiene una diversidad de organismos en él como bacterias, hongos, gusanos, insectos entre otros. Éstos son elementales para su formación y mantención en el tiempo, pues son ellos quienes se encargan de mezclar todos los componentes que forman el suelo: minerales, materia orgánica, agua y aire. Además, tienen la tarea de descomponer los restos orgánicos de origen animal y vegetal que se acumulan en el, dejándolos listos y disponibles para que las plantas los puedan aprovechar desde sus raíces. Un suelo es apto para la agricultura al ser fértil, es decir, cuando tiene la capacidad de aportar nutrientes a las plantas. Es en este proceso donde los diferentes organismos que habitan los suelos juegan otro papel fundamental, por ejemplo, están las micorrizas, que son hongos simbiontes que viven en asociación con la mayoría de las plantas. Éstos se ubican en sus raíces aumentando el área de absorción de agua y facilitando la absorción de nutrientes, principalmente el fósforo, que es un elemento escaso en los suelos y de gran importancia para el desarrollo de las plantas.

El humus o materia orgánica es el componente más dinámico de los suelos. Confiere a éstos una serie de condiciones y propiedades relacionadas tanto con la nutrición de las plantas como con la conservación del agua y del propio suelo. Un suelo sin materia orgánica en realidad no puede ser considerado como un medio para el desarrollo de las plantas, pero si contiene materia orgánica sí lo es. La condición natural de un suelo y su mejoramiento es la clave para iniciar cambios hacia una agricultura sustentable.

Puede afirmarse que la agricultura sostenible solo es posible si se manejan adecuadamente los contenidos de materia orgánica del suelo. En la medida que este componente se pierde, las propiedades del suelo se degradan y la productividad se acaba. Las principales propiedades del suelo derivadas del contenido orgánico son:

  1. Capacidad de intercambio catiónico (CIC). Esta propiedad se refiere a las cargas eléctricas presentes en el suelo, responsables de la retención de nutrientes contra las pérdidas por lavado, pero cediéndolos a las plantas para su nutrición. El suelo es como un almacén de nutrientes, y este almacén es más grande en la medida que tenga más cargas eléctricas.
    2. Fuente de nutrientes: La materia orgánica es prácticamente la única fuente de nitrógeno disponible para las plantas, y contribuye en muy alta proporción en el suministro de fósforo y azufre disponibles, La mineralización de los residuos orgánicos aporta además altas cantidades de potasio, calcio, magnesio y microelementos.
    3. Capacidad quelatante: El humus presenta especial afinidad por algunos micronutrientes como cobre, zinc, hierro y manganeso, formando con estos un tipo de enlace denominado quelato, mediante el cual quedan protegidos contra la insolubilización, pero dejándolos disponibles a las plantas cuando estas los requieran. De esta manera la materia orgánica contribuye a aumentar la disponibilidad de estos nutrientes.
    4. Estructura, densidad y porosidad: El humus actúa como agente cementante de las partículas del suelo aglutinándolo y formando agregados (terrones). Un suelo arcilloso o arenoso posee malas características físicas en cuanto a retención de humedad, aireación y drenaje, pero la acción cementante de la materia orgánica mejora dichas propiedades al formar agregados. En la medida que aumenta el contenido de humus del suelo, este presenta mayor porosidad; poros grandes encargados del drenaje y microporos responsables de retener agua en forma capilar. Simultáneamente, en la medida que aumentan los poros, la densidad disminuye y el suelo se hace más liviano.
    5. Retención de humedad: La fricción orgánica es altamente hidrófila, es capaz de retener entre 4 y 6 veces más agua que su propio peso, garantizando por tanto un buen almacenamiento de humedad aprovechable para las plantas.
    6. Plasticidad y pegajosidad: Los suelos arcillosos ofrecen dificultad para la realización de labores agrícolas cuando están húmedos o mojados, por cuanto son pegajosos y plásticos. Esta propiedad es atenuada por la materia orgánica, la cual les confiere condiciones de más fácil manejo al disminuir su tendencia a adherirse a los implementos agrícolas.
    7. Color: El humus le confiere al suelo color oscuro, que repercute en mayor ganancia de energía y que representa una mayor conservación del calor.
    8. Erosión: En la medida que el contenido de materia orgánica de los suelos es mayor, estos tienen mejor estructura y por lo tanto son más porosos y presentan mayor infiltración, hecho que disminuye el volumen del agua de escorrentía y por lo mismo el peligro de erosión.

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Se puede concluir que en el mejoramiento de los suelos agrícolas la incorporación de residuos orgánicos juega un papel preponderante. Su adición incrementa los contenidos de nutrientes, mejora las propiedades físicas del suelo relacionadas con el desarrollo vegetal, con las facilidades de labranza y con el control de la erosión. Adicionalmente, mejora las características del suelo relacionadas con su capacidad para retener nutrientes y agua para las plantas.
Los aspectos químicos y sus necesidades para las plantas variaran de acuerdo de cada especie y nivel de materia orgánica del suelo.

3.- Cual es el estado general de los suelos en Chile? ¿Existen áreas en las distintas regiones del país que se pueden recuperar?

Los Suelos de Chile son extraordinariamente diversos debido a la gran cantidad de procesos genéticos que han intervenido en su formación.

Cifras duras establecen que de las algo más de 75 millones de hectáreas que conforman la superficie de Chile continental, 26.393.219 ha (34,9 %) poseen potencial silvoagropecuario, de las cuales, a su vez, sólo 5.271.580 son sembrables, presentando la mayor parte de estas importantes limitaciones por profundidad, pedregosidad o topografía; sólo 802.471 ha no tienen limitaciones. Lo anterior implica que, descontando el territorio Antártico y las posesiones insulares, sólo el 7% del territorio nacional es arable, en tanto que los terrenos forestales suman el 44% del territorio nacional. Así las cosas, se estima que la superficie de tierras sembrable per-cápita habrá pasado de 0,38 ha en 1995, a 0,26 ha por habitante para el año 2035. Esta disminución se debería, principalmente, al efecto combinado del crecimiento de la población, los procesos degradativos y las pérdidas de suelo por expansión urbana, fenómeno, este último, que anualmente consume unas 1.200 hectáreas.

Es importante que antes de evaluar la situación de los suelos del país, los cuantifiquemos según su aptitud, para así poder ver el potencial de recursos con el que contamos.

Al comparar las cifras de uso actual versus el uso potencial de los suelos, se demuestra que tanto el sector agrícola, como el sector forestal, estarían utilizando una superficie de suelos mayor de la que el uso potencial aconsejaría con esos fines. Así, mientras que el uso potencial establece 1.870.500, 11.810.900 y 11.778.500 hectáreas para cultivos, praderas y bosques, respectivamente, la realidad es que hoy se estarían usando 3.814.400, 20.529.700 y 15.637.200 hectáreas para los mismos fines. Esto hace que los manejos a los que se sometan parte importante de esas tierras deban ser muy controlados, dado el latente peligro de degradación que ellos implican.
(INFORMACIÓN COMPLEMNENTARIA CAUSAS DE DEGRADACIÓN DE LOS SUELOS EN CHILE)
Erosión Geológica o natural: región del norte
Erosión acelerada: antrópica o causada por el Hombre: región de Aconcagua a Región de Los Lagos
Erosión Eólica: Región de Aisén y Magallanes
Erosión Hídrica:

La desertificación estaría afectando cerca de 47, 3 millones de Ha un 62,3% del territorio, principalmente en la mitad norte (I a VIII región) Y a la zona Austral del país (XI y XII región). Cabe señalar que la desertificación hace referencia a la degradación del suelo en áreas áridas, semiáridas y subhúmedas a causa de varios factores, incluyendo el clima y factores antrópicos.
La desertificación afecta aprox. A 1,5 millones de personas en el país y produce una migración anual del 3% desde las zonas afectadas. Las pérdidas por la desertificación recaen principalmente en las áreas rurales más pobres, la perdida de la fertilidad del suelo, se traduce en menores cosechas y producción ganadera.
La precariedad de la vida campesina se traduce en la migración campo – ciudad y por ende un número considerable de obreros o trabajadores no calificados, que engrosan los cordones de pobreza en torno a grandes ciudades.
Respecto a los cambios climáticos, el pronóstico para el año 2030 no es muy optimista, se estima que por año el avance del desierto chileno a zonas semiáridas y australes es de 0,4 km. por lo que en un año, un escenario más optimista consideraría hasta la IV región el desierto de Atacama, y en el más pesimista, avanzaría hasta la V región.

4.- Cuando tenemos un suelo degradado ¿Qué es lo que tenemos que devolver o corregir en él?
El componente principal, basado en la experiencia de estar trabajando con agricultores y ganaderos del sur del país, es reponer su condición natural del suelo (origen), es decir, su estructura y su material orgánico (fresco), trabajo que debe ir acompañado en el caso de agricultores sembradores de grano con máquinas adecuadas para la siembra, manejo de rastrojo y rotación de cultivos, entre otras técnicas. Debemos buscar los equilibrios desde el punto de vista del suelo, seguramente llevarlo a su origen y que los fenómenos naturales que se producen en un suelo sano vuelvan a trabajar en beneficios de suelos, plantas, animal y hombre, así como también ir bajando el uso de fitosanitarios y químicos, y en algunos casos sacarlos definitivamente del sistema o dejar que el agricultor trabaje para otros, sino para su capital más importante que es el suelo y su campo, lo que llamamos circulo virtuoso.

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5.- ¿Mediante que técnicas se puede recuperar un suelo?

Tres áreas técnicas son las que actualmente trabajamos con nuestros agricultores que son: cero labranzas, para productores de grano. En ella se incentiva el manejo de rastrojo de cosecha en superficie, no enterrando los residuos, ayudando así a la recuperación de suelos degradados o que estén en desequilibrios. En términos generales todos los suelos de Chile están degradados y para mejorar nuestros suelos esta técnica ha resultado ser una herramienta mejoradora de suelo en Chile y en el mundo.
Manejo de praderas perennes o naturales para ganaderos: Esta técnica apunta a mejorar la eficiencia de utilización de las praderas, recuperación de praderas naturales vía animal y cuidado del suelo, apuntando a aumentar residuos orgánicos, sistemas pastoriles, y carga animal en pastoreo.
La permacultura desarrollando recientemente este programa para pequeños agricultores que producen hortalizas, frutales y animales de granja, apuntando a la recuperación de suelos degradados, autoconsumo, independencia y comercialización, fomentando sistemas cooperativos. La permacultura no es nueva, ya que es el antiguo sistema de manejo de campos que se cambió por el actual sistema extractivo que tanto daño ha causado al suelo.
6.- ¿Es posible transformar o hacer viable cualquier tipo de suelo?
Sí. Pero, lo que el hombre no está dispuesto en estos tiempos es a seguir procesos que te pueden llevar a tu independencia productiva. Cuando un agricultor o productor ganadero se ha sometido al cambio, en la gran mayoría no ha sido caro el proceso. Muchas veces ha pasado simplemente por priorizar y ordenar los recursos que se tienen, a veces con considerables ahorros monetarios. Hay que entender que en la naturaleza los procesos son lentos y no están sintonizados con el mercado. Hoy tenemos ganaderos y agricultores que sus unidades productivas están en equilibro, ya que después de muchos años de trabajo han podido cosechar lo que sembraron, es decir, sus unidades productivas han comenzado a producir suelo nuevo. Hoy son campos que destacan por entender que su base y fuente de independencia está en el cuidado del suelo y no el producto o precios de mercado, aumentando su productividad, bajaron sus costos y por ende sus ganancias crecieron. Hay que invertir en métodos para producir en forma sustentable, aunque sea un proceso lento.
Para ilustrar lo que he señalado, un pequeño productor de Río Bueno, Edmundo Henríquez, con un predio de 45 hectáreas, es capaz de mantener hasta 200 vacas en ese predio, sin necesidad de comprar forraje, ya que el suelo después de 15 años sin ser intervenido por arado, produce pasto suficiente para mantener el año completo el plantel lechero.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para los Alimentos y la Agricultura (FAO), entre un 20 y un 25% de los suelos del mundo han sido ya degradados por las prácticas agrícolas modernas. De hecho, cada año se degrada un área adicional de suelo del tamaño de Austria. La creciente población mundial acompañada de una demanda cada vez mayor de producción de alimentos, ha traído un nuevo interés a la degradación de los suelos.
A menos que nuevos enfoques sean adoptados, la extensión global de tierra cultivable y productiva por persona en el 2050 será de apenas una cuarta parte del área que había disponible en 1960, citando el informe de la FAO.
El tiempo es esencial en la búsqueda de nuevas soluciones ya que se necesitan revertir este fenómeno y claramente no podemos seguir pensando y haciendo lo mismo que se hace hoy para producir. Hay que comenzar a cambiar los paradigmas, y en el cuidado del suelo está el camino.

 

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