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El agua, somos parte de ella…

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Por Paulina Rodríguez. ONG- Suelos Vivos. 

26 marzo 2018.- Hace pocos días  se conmemoró  el Día Internacional del Agua, promulgado por las ONU en 1992 con el mismo objetivo por el que se promulgan todos los días internacionales, visibilizar un problema, concientizar, llamar la atención.

Llevo estudiando la insuficiencia de agua en contextos rurales hace algún tiempo y quiero compartir una de mis reflexiones sobre la concientización del problema:
Quienes crecimos en la ciudad, rodeados de cemento, con todos los servicios básicos operados por terceros, hemos perdido toda conexión con la naturaleza, bebemos agua tratada que sale de una llave, bebidas elaboradas en laboratorios, compramos hasta las verduras envueltas en plástico, no sabemos cómo crecen las plantas y animales que comemos, caminamos sobre asfalto, nos movilizamos sentados, nos comunicamos a través de textos y caritas, cuando buscamos una dirección, no le preguntamos a la gente que anda por ahí, para qué si tenemos el GPS del celu. ¿A dónde voy con esto? bueno, esta desconexión con la naturaleza nos ha hecho olvidar que somos parte de ella, que somos animales, que somos perecibles. Así es como no reconocemos el valor del agua, el elemento más vital de todos los elementos que nos rodean, el más básico para la vida, el más simple y bello, le echo la culpa a eso porque es lo que he visto en terreno, conversando con agricultores, que tienen el privilegio de vivir en sintonía con los flujos naturales, quienes realmente saben cuán valioso es un vaso de agua pura. Cuando les preguntas: ¿por qué es importante el agua? y ellos con los ojos brillantes responden: «porque lo es todo», ahí te das cuenta de ellos son infinitamente más sabios que el ingeniero calculista que diseña la red de APR para abastecerlos, más que los tomadores de decisiones que a partir de balances hídricos y modelaciones creen entender el sistema natural.
No me cabe duda que nuestra sociedad necesita más naturaleza a su alrededor en vez de edificios con espejos brillantes y trenes subterráneos. Mientras sigamos encerrados entre los límites urbanos y mientras las ciudades no incluyan la vida entre sus flujos, los citadinos seguiremos sin entender el valor real de los recursos naturales de los que depende nuestra existencia. No seamos tan soberbios..

 

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