Por Marcela Garrido, Periodista, estudiante de derecho y candidata independiente diputada distrito 24, lista H-62
16 octubre 2017.- Iniciado ya el período propaganda política a través de la prensa, muchos candidatos despliegan sus encantos prometiendo construcciones de obras, subvenciones para pagos de servicios básicos, ofertas de trabajo y un sinfín de acciones que difícilmente podrán cumplir en los cuatro años que duran en sus cargos.
Entendamos bien que un diputado está lejos de ser un rey Midas, hada madrina o asistente social, téngase tan sólo en cuenta que no administran fondos públicos de inversión para proyectos en las regiones, esta responsabilidad recae en los Gobiernos Regionales.
La función de un diputado está definida en la Constitución Política en sus artículos 46-48, 51 y en particular en el 52, siendo esencial la de participar en la elaboración de las leyes junto al Senado y al Presidente de la República. Asimismo, son tareas exclusivas la de fiscalizar los actos del Gobierno e iniciar las acusaciones constitucionales contra el Presidente, Ministros de Estado, Ministros de Tribunales Superiores de Justicia, Contralor General de la República, Generales, Almirantes, Intendentes y Gobernadores.
Por otra parte, la Ley de Presupuestos y toda legislación relativa a tributos y reclutamiento debe discutirse primero en la Cámara de Diputados.
En virtud de lo anterior, es fundamental que el electorado no se deje sorprender, subestimar ni engañar por aquellos candidatos que prometen lo que jamás por ley podrán cumplir, la demagogia es la semilla del descontento y escepticismo que tristemente ha desprestigiado a nuestra clase política.
