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Día internacional del voluntariado

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Por Felipe Hernández. Fundación Jóvenes Cambiando el Mundo. Estudiante de Filosofía.

05 diciembre 2016.- La realidad nos urge y reclama un compromiso. Esa misma realidad que soporta violencia, sufrimiento, dolor y soledad, es la que conduce al ser humano a comprometerse de una u otra forma. El compromiso no es opcional, sino que se enraíza en la misma realidad de la persona. Lo que sí es opcional es la forma de comprometerse en el mundo. Y el voluntariado representa precisamente una forma más, con sus peculiaridades; no es la vanguardia de la sociedad civil organizada ni tampoco es el sucedáneo de una solidaridad intimista. Se hace necesario clarificar el sentido de este tipo de acción solidaria en este momento histórico.

El voluntariado es el resultado de una opción personal por cambiar la realidad social desde el encuentro con el otro que sufre cualquier tipo de injusticia o sufrimiento. La raíz antropológica del voluntariado radica en el libre ejercicio de la voluntad: «porque quiero». No nace de un deber impuesto desde el exterior. Ahora bien, la experiencia de la acción acontece de manera especial en ese encuentro primordial con el otro, un encuentro que nos mueve y que hace estallar miles de  tendencias de toda índole: unos chispazos destartalan las seguridades, los prejuicios, los estereotipos ante aquellos que socialmente son excluidos o etiquetados como sospechosos, violentos o seres a los que simplemente hay que evitar el contacto humano: es el caso de personas sin hogar, enfermos con VIH, de inmigrantes empobrecidos, es decir, las personas y colectivos próximos o sumergidos en los diferentes tipos de exclusión social.

A lo largo de la historia la pregunta ¿Quién es el otro para mí? Ha cuestionado a varios pensadores y hasta hoy nos sigue cuestionando a nosotros; ¿Quién es el otro?, ¿Cuál es la diferencia entre tú y yo? ¿Cómo nos relacionamos? Esta búsqueda de compresión ha ido evolucionando y en particular analizándolo desde la antropología se ha reconocido el paso de dos momentos principales, el otro como distinto y el otro como diverso.

Quisiera traer a colación la experiencia de Simone Weil acerca del otro. Simone Weil es una filosofa que ha padecido los flagelos de la segunda guerra mundial y en el camino de la vida, al encontrarse con el sufrimiento del otro, descubrió una apertura hacia la diferencia del otro, lo que le hará buscar la verdad y la compasión.

Narra que estando en los campos de concentración, y en una permanente búsqueda de la verdad y la compasión, lo descubre entre sus compañeros. El pensamiento de Simone Weil más bien lo sitúo como una búsqueda de comprensión en el comportamiento represor y una vivencia de la comprensión práctica del descubrimiento de la alteridad ontológica, como lo relata Lévinas. “bastaría con que un día me obligaran a un trabajo semanal sin descanso para que me convirtiera definitivamente en una bestia.” Este es uno de los ejemplos más patentes de la supresión ontológica del ser, la codificación de la persona, en palabras de Lévinas: “la tiranía”. Sin embargo, en un ambiente de represión total, sufrimiento y dolor, Simone Weil descubre que en el rostro del otro se encuentra ella misma, por lo tanto, la alteridad le revela que la otra persona es un yo que padece en la misma forma. Felicitaciones a todos los voluntarios que desde la acción transformadora construyen esperanza en un mundo tan deshumanizado.

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