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El costo de no votar

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Sr. Director

El pueblo se pronunció en Colombia. La sorpresa fue mundial. Independiente de las consecuencias sociales o de política pública que implicará el resultado, lo que me parece  grave es que hubo más de un 60% de abstención. Sabemos que pronto son las elecciones en EEUU, allí el costo de no votar tiene una implicancia mundial, no regional, como en el caso de Colombia. Como en pocas ocasiones, todas las dimensiones del ser humano se ven reflejadas en esa elección: racismo, miedo, esperanza, y otros (des) valores. La necesidad de legitimación de una elección democrática es evidente, en el sentido de que necesariamente tiene que existir una alta participación, por muchas razones, entre otras, para reflejar verdaderamente la opinión de un pueblo, y para (des) legitimar una decisión democrática. Aquí tenemos un triste récord: en la última elección presidencial Chile presentó el mayor índice de abstención electoral de todo el mundo. En las primeras elecciones libres la participación electoral llegó al 90%, y poco antes de la implementación del voto voluntario llegaba, a penas, al 60%. Tristemente, en la última elección presidencial ese padrón electoral fue del 42%. Es decir, 4 de 10 personas fueron las que decidieron el futuro inmediato de todo un país. Y esta historia se repite ahora en Colombia. Un proceso democrático tiene que ser sano, participativo, y responsable. Las consecuencias son serias, sus efectos trascienden a millones de personas y, en muchos casos, son irreversibles. Lo dejo para la reflexión: ¡vote!

Gustavo Balmaceda Hoyos

Director del Departamento de Derecho Penal de la Universidad Andrés Bello

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