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Partió el último operador del cine O’Higgins de La Unión

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A inicios de la otoñal tarde del sábado 23 de abril dejó de existir, acompañado de sus hijos Enrique, María Angélica y Pablo, a los 81 años de edad quien fuera el último operador del cine teatro O’Higgins de La Unión, Rosamel Fulnier, junto con su partida se fueron para siempre los recuerdos y anécdotas de la época de gloria de esta sala, en la cual don Rosamel estaba desde los inicios considerando que,  siendo muy joven ya venía junto a los propietarios desde el viejo teatro Central, construcción de madera que estaba media cuadra más arriba, entre el Banco Santander y la Ferretería La Unión.

El lamentable fallecimiento de quien fue testigo del auge y caída del cine en La Unión durante las cuatro décadas en las que estuvo ligado a esta actividad, nos recuerda que,  “durante parte del siglo XX se vivieron grandiosos espectáculos y se proyectaron las mejores obras cinematográficas, gracias al memorable Teatro O’Higgins, lugar que inició sus operaciones a principios de la década del 50 impulsado por los empresarios René Bórquez e Ignacio González en calle Letelier casi llegando a Serrano”.

Cada función era un evento particular, la gente llenaba la sala y gustaba principalmente de las películas mexicanas y los western italianos”, como relata don Rosamel Furniel, operador por más de 40 años en el Teatro O’Higgins “la película que más gustó fue ‘El espectáculo más grande del mundo’, se hacían largas filas por mucho tiempo, también ‘Las tres alegres vagabundas’, ‘El Virginiano’, etc.  a los niños les gustaba mucho las películas de Walt Disney y las mexicanas arrasaban,  sobretodo con Mario Moreno Cantiflas”.

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A lo anterior nos agregaba “no sólo cine brindaba el Teatro O’Higgins, importantes espectáculos de fama nacional llegaban a presentarse hasta La Unión, ejemplos hay muchos: Lucho Barrios, Los Hermanos Campos,  Guadalupe del Carmen, la Compañía de Radio Teatro de Arturo Moya Grau, Lorenzo Valderrama, Eduardo de Calixto con su programa “Hogar Dulce Hogar”, varios ilusionistas, hipnotizadores y humoristas pisaron este importante escenario unionino, las paredes de sus camarines, registraban  muchos recuerdos de su visita”.

Junto a don Rosamel rememorábamos que, “en sus mejores tiempos el O’Higgins no sólo entretenía, sino que informaba, las noticias del mundo eran del  “noticiero alemán UFA el del “El Mundo al Instante” o el Noticiero Chileno EMELCO, que se proyectaban antes de cada película. El Teatro O¨Higgins fue importante en la vida de casi todos, se comentaba algo durante la semana los hogares  y lugares de trabajo. De martes a viernes, cada día un estreno en funciones de tanda y noche, los sábados el esperado rotativo triple desde las 5 de la tarde, luego la matinee de los domingos  para los peques, al atardecer un rotativo doble familiar, para ofrecer los lunes un rotativo popular con lo mejor de la semana”.

Hasta el año 1974 operó el Teatro O´Higgins bajo la dirección de González y Bórquez, según comenta el Sr. Fulnier, la empresa siempre se portó bien con ellos, sin embargo los trabajadores no recibieron bonificación por años de servicio. Don Rosamel era el delegado del Sindicato Regional de Trabajadores de Cine, por lo cual decide junto a al ayudante de operador Héctor Solís Molina y otros cuatro  compañeros de trabajo denunciar la situación:

“lo único malo fue que nos dejaron con las manos vacías, trabajé 40 años y no nos dieron nada, en el año 1974 había un inspector del trabajo nuevo en la ciudad, de apellido Godoy, le reclamamos y se enojó con nosotros, cuando quisimos “patalear” fue allí  donde el inspector nos amenazó con que nos iba a dar una “caldeá” con la policía…, nos dijo: “ustedes se están poniendo insolentes, reclamando algo que ahora no les corresponde”’ y yo le dije “no tenemos nada más que hablar…  así que nos retiramos”.

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Un año después en junio de 1975, la alegría regresa al rostro de don Rosamel Fulnier quien se reencuentra con sus viejas máquinas, poniéndose a las ordenes del nuevo empresario, don Emilio Egnem Mucarquer, el mismo que reabrió con gran parafernalia el cine recorriendo las calles de la ciudad y que con su voz anunciaba  “¡Prefiera usted al cine Teatro O’Higgins, tiene las películas más modernas, todo lo del gran cine nacional, olvídese de  esas viejas películas de la televisión en blanco y negro!…” Publicidad que junto a un programa en Radio Concordia denominado “El Mundo del Cine” era apoyado, como fue siempre, por el mismo don Rosamel quien con singular maestría y con el pincel a  mano alzada  cada día trazaba los textos multicolores en sendos carteles que, junto a los afiches de las distintas compañías distribuidoras,  promocionaban los programas diarios en el frontis del cine, en la esquina de la plaza Concordia y en otros lugares de la ciudad.

Pero la televisión fue más poderosa y trajo como consecuencia nuevamente el cierre de la sala el año 1980. Luego en 1982 el destacado cineasta  riobuenino Armando Sandoval Rudolph, reabre el teatro por sólo un par de años, pues el público unionino, obnubilado con la televisión,  desestima como panorama al Teatro O’Higgins.

Finalmente, el joven empresario local, Sergio Reckmann Vitores inicia nuevamente el negocio desde finales de los años ochenta hasta 1992, año en que cierra el teatro O’Higgins para siempre, ya a esas alturas había varios canales de televisión en las pantallas del sur y a ello se agregaba la oferta de películas en arriendo del formato VHS. Junto con el cierre definitivo de la sala,  Don Rosamel deja para siempre este oficio que aprendió siendo sólo un adolecente y en el cual se convirtió en un experto, dedicando los siguiente años de su vida  a otras actividades personales y a su gran pasión por el futbol local del cual fue un activo  dirigente, no en vano y como curiosa coincidencia, el Club de Contratistas Unidos había finalizado la Tercera fecha del Campeonato este viernes 22 de abril  el que había dedicado como homenaje a dos unioninos ligados a este deporte, como fue don Wenceslao Gallardo, ya fallecido, y don Rosamel Furniel, que al día siguiente nos dejó para siempre, cerrando con su partida el telón del viejo Teatro O’Higgins de La Unión.

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Foto y texto: Sergio Florin

 

 

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