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Reflexiones sobre el aborto y sus causales

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Por Bernardo Berger Fett, Diputado de la República.

Ha pasado más de un año desde que se ingresó el proyecto de ley que despenaliza –o legaliza según la mirada- el aborto terapéutico en tres causales. Todo, en medio de una tremenda campaña mediática y política pero que, en el texto final, es mucho menos de lo que se piensa y bastante más engañoso.

Digo esto sin carga moralista, religiosa o ideológica porque el proyecto, contrario a lo que se cree, se reduce simplemente a un artículo único que invoca tres causales para abortar:

La causal número 1, el Peligro de la vida de la mujer embarazada. Esta es una situación en la cual no cabe oposición pues lógico resulta dar prioridad a la vida de la madre, y es  claro el Código Penal que en este caso no existe penalización. Así lo ha ratificado explícitamente el propio presidente de la Corte Suprema de Justicia. No es delito. Por el contrario, es obligación del médico salvar la vida de la madre aun si ello produce la muerte indirecta del niño.

¿Qué sentido tiene entonces despenalizar algo que ya se hace en la actualidad? La respuesta es obvia: Si hoy se busca legalizar algo que ya se hace, es porque en definitiva se quiere extender la causal para algo que no está autorizado.

La segunda causal, que el embrión o feto padezca una alteración estructural o congénita incompatible con la vida extrauterina, hay que indicar que el concepto de autonomía de la mujer,  como se ha venido planteando, no sirve para fundamentar el aborto, ya que no es posible basar en la idea  la libertad individual que plantea la autonomía de la mujer, el decidir si un tercero, el feto, puede o no vivir, pues el feto no es la mujer, es otra persona, es otra vida distinta de ella.

De ahí que es fundamental que la ley señale claramente que se disponga de médicos especialistas para hacer este diagnóstico. Pero aquí otra crudeza de las cifras, porque para un diagnóstico confiable, Chile sólo cuenta con 49 especialistas, 39 de los cuales residen en Santiago, según registro del Ministerio de Salud. Y Santiago no es Chile. Esto es importante porque la misma historia clínica da cuenta de numerosos casos de diagnósticos de inviabilidad que finalmente resultan errados, y viceversa.  De ahí que la ley debió contemplar –pero no lo hace- programas de acompañamiento reales y especializados.

Por tanto, así como está redactado y planteado el proyecto, el Ejecutivo nos está invitando a jugar a la Ruleta Rusa con la vida del niño que está por nacer, o sea, puede que le achuntemos como puede que no… a la suerte de la olla. Porque estamos bien lejos de tener las herramientas para garantizar el escenario de inviabilidad del feto como causa para aborto.

Respecto a la tercera causa, cuando el embarazo sea el resultado de una violación, no me parece lógico que bajo argumento de evitar presiones psicológicas a una adolescente, no se exija como pre requisito el que se haya iniciado un procedimiento penal.

Primero, porque existe el deber de denunciar para no dejar impune el castigo del violador, y segundo, porque cuando no hay denuncia, es cuando empezamos a prestarnos para el engaño, para el abuso y para la trampa. Porque es sabido que en nuestro país apenas hecha le ley, hecha la trampa.

Creo menester que para esta causal debe existir un proceso penal iniciado. Si no, la cosa derechamente se presta para abusos, para una mentira institucionalizada para  justificar el aborto en todo evento. Además, le estaríamos dando pie a delincuentes para quedar impunes en situaciones que son de todas maneras condenables.

Recordemos además que en el caso de la violación a menor de edad, la acción penal es pública, por lo que no hay problema en exigir que se encuentre ya iniciado el procedimiento penal;  y en el caso de la mujer adulta, en que la acción penal es mixta, no veo la razón por la cual una mujer adulta no quiera perseguir a su victimario.

Esta obligación de denuncia –que así como está el proyecto al día de hoy, tampoco se incluye-, ayudaría no solo a la persecución penal para casos de violación y la identificación del victimario para que hechos tan traumáticos como éstos no se vuelvan a repetir, sino también ayudaría  incentivar la denuncia temprana y activar a tiempo otros métodos de anticoncepción, más inmediatos, menos invasivos y menos perturbadores, hoy ya disponibles, como la píldora del día después cuando todavía sirva.

 

 

 

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