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Navegando rumbo a los castillos del fin del mundo

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Antes de que el mundo existiera como lo conocemos se levantó del mar una enorme serpiente y comenzó a gritar: “kai, kai”, cada vez más fuerte y más agudo. Esta serpiente provocó una lluvia que se transformó en tormenta y luego en  diluvio, inundando toda la tierra.

Para salvarse, los mapuche subieron a los cerros. Cuando lo veían todo perdido, oyeron una voz que venía del fondo de la tierra, que decía: “treng, treng”. Era la serpiente divina que venía a auxiliarlos. Así comenzó la batalla entre Kai Kai y Treng Treng. Mientras Kai Kai inundaba los campos, Treng Treng hacía temblar la tierra levantándola más y más.

Viéndose vencida, Kai Kai se hundió en las profundidades del mar, donde no se le volvió a ver. Tras la batalla, los hombres al bajar de los cerros miraron los lagos, lagunas, ríos y saltos de agua que esta lucha les había obsequiado, convirtiéndose en uno de los lugares más bellos del mundo, el sur de nuestro país.

Sentada a orillas del muelle de Mancera contemplando las últimas olas del ocaso, comienzo a agradecer que Kai Kai se enfrentara con Treng Treng, regalándonos este particular paisaje. Tal vez otras culturas no compartan este mito, sin embargo, como viajeros, sabemos que para conocer más a fondo un país o una ciudad no basta con visitar sus centros urbanos, debemos adentrarnos a lo desconocido, a paisajes e historias más allá de nuestra imaginación.

Es por esta razón que decidimos conocer los ríos y la historia de la capital de la Región de Los Ríos en el navío más longevo de Valdivia: el “Neptuno”, que desde el muelle Schuster, ubicado en la costanera, a un costado del submarino O’ Brien, permite disfrutar de una de las rutas más antiguas de esta red fluvial. Este tour forma parte de la oferta de Latitud 40, promotora de turismo de Valdivia.

Paz Riedemann, armadora del barco Neptuno, señala que este barco es uno de los navíos más antiguos y representativos de Valdivia, “ha sido parte de la historia de la ciudad, hay personas que vienen de visita, ven el barco y recuerdan que cuando niños viajaron en él y quieren repetir el tour ahora con sus hijos”.

Luego de una entusiasta bienvenida de nuestro guía, hemos zarpado. Son las 14 horas y comenzamos nuestra aventura por los ríos más famosos de Chile. Con un maravilloso día de sol, la naturaleza nos ofrece un hermoso espectáculo; los colores contrastan y combinan con las distintas expresiones de la flora y fauna, el olor a bosque húmedo se puede sentir desde la embarcación y, a medida que vamos avanzando, el color verde comienza a apoderarse de nuestro entorno.

Paz nos cuenta que desde que el Neptuno realiza este tour ha experimentado varios cambios: “más que nada en la infraestructura, concretamente en nuevos puentes y la incorporación del Submarino O’Brien. Respecto a la fauna, las poblaciones de aves han ido fluctuando; mientras que la de lobos marinos era muy escasa,  ahora tienen una importante población”.

Mientras nos vamos acercando a la costa, nuestro guía nos va relatando las distintas historias que guarda Valdivia. La belleza de este lugar es sobrecogedora, más cuando recordamos sucesos conmovedores como el ocurrido en 1960.

La naturaleza y su huella imborrable

La tarde del 22 de mayo de 1960 un terremoto de 9,5 grados de magnitud cambio radicalmente la vida de muchos valdivianos. El fenómeno natural causó la pérdida de vidas humanas, destrucción de edificios y cambio en la fisonomía de la ciudad y sus costas.

Valdivia es famosa por este suceso, pues no es menor ser la ciudad donde ha azotado el terremoto más grande registrado en la historia del hombre. Al ir adentrándonos por los ríos y la costa valdiviana podemos observar algunos recuerdos que dejó el terremoto y posterior tsunami, muchos de los barcos que se encontraban navegando o anclados quedaron hundidos en diferentes sectores, uno de ellos es el vapor Canelos, el cual quedó inclinado para siempre. Nuestro rumbo ha cambiado, nos dirigimos hacia la zona costera de Niebla, el puerto de Corral y la isla Mancera, ya han quedado atrás los humedales, el Puente Cruces y la Isla Teja.

La ciudad de Valdivia es historia en sí misma; guarda en ella lugares arquitectónicos que albergan sucesos importantes de nuestra zona, desde construcciones del periodo colonial hasta ruinas de la Colonización Española. Estos lugares tienen memoria y sus paredes resguardan secretos que sólo conocen las personas que aquí habitan.

Castillos del fin del mundo

Pero la historia de Valdivia no nace ni termina con el terremoto. Valdivia  es una de las cuatro ciudades más antiguas de Chile. Durante la Colonia, los españoles construyeron en la zona costera un conjunto de fortificaciones que los protegían de piratas y potencias colonizadoras. Estos fuertes se encontraban en un lugar estratégico, pues éste daba acceso directo al océano Pacífico, siendo nombrado como “la llave del mar del sur”.

El Neptuno atracó en el puerto de Corral. Los barcos pasan diariamente por la vera de este muelle, sacuden un poco el oleaje y se marchan. Desembarcamos para conocer el fuerte San Sebastián de la Cruz; aquí, luego de esperar algunos minutos, nos informaron que se realizaría “La recreación de la toma del fuerte de Corral”. Rápidamente busqué el lugar perfecto para poder observar la maravillosa recreación de jóvenes corraleños, los que una vez terminada su actuación se divierten sacándose fotos con los turistas. Luego de esta histórica visita nos dirigimos a la Isla Mancera y nos apresuramos a conocer el fuerte San Pedro de Alcántara y la iglesia de San Antonio, la cual data de 1748.

Para Paz Riedemann este viaje es símbolo de Valdivia: “es una de nuestras mayores bellezas, por lo que tanto los valdivianos como los foráneos debieran navegar en los ríos de nuestra ciudad y realizar específicamente el tour Corral-Mancera, ya que es el más característico de nuestra zona”.

Los golpes contra las rocas dibujan una neblina salada, una tela húmeda y fina que se deshace en segundos. Mi mirada se clava en estas fortificaciones, más bien conocidas como Fuertes, que fueron diseñados en puntos estratégicos para defender el puerto de los ataques de enemigos. La ruta de los castillos del fin del mundo (los fuertes de Niebla, Corral y Mancera) permite revivir uno de los pocos legados tangibles de la Colonización Española en el sur de Chile.

Mi viaje ha terminado, a través de la ventana divisó el paisaje que me acogió; el Neptuno navega despacio, un viento helado se filtra por el marco de la ventana y miro hacia el mar. La bahía de Corral y Mancera casi ha desaparecido del paisaje, la popa del Neptuno huye de la costa y el mar se despide de nosotros.

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Texto y fotografías: Yenifher Haverbeck / Sur Actual

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