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Proceso constituyente, hablemos en serio

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Por Felipe Mansilla

Ya  ha invadido el debate la idea de generar una nueva Constitución, luego de que la propia Presidenta por cadena nacional impulsara un proceso constituyente, el cual desde ya dejaré en  claro, me parece nebuloso, incierto y sin una estructura real y definida, o dicho de otra manera, sin una verdadera identidad.

Nuestra carta fundamental, sin duda alguna merece ser objeto de ciertas modificaciones, pero en ningún caso me parece prudente dejar sin efecto la actual y crear una nueva Constitución. Más aún, cuando equivocadamente este gobierno ha impulsado una campaña para definir los mecanismos en que se podría efectuar el proceso constituyente,   por sobre los contenidos de fondo que debieran ser susceptibles de reformarse, o inclusive, visto desde la mirada de aquellos que abogan por una nueva constitución –recalco una y otra vez no compartir tal idea- , se está privilegiando ver el como la hacemos en lugar de definir que materias regulamos, y en consecuencia, entrar en el debate lógico de los contenidos indispensables y las distintas visiones de reglamentación de cada tema en particular. Como decimos en el sur, se está colocando la carreta delante de los bueyes.

Esto último, indefectiblemente me conduce a la conclusión que, quienes conducen este proceso no buscan un cambio constitucional por la necesidad de una actualización de contenidos, de mejorar o ampliar la aplicación de la norma fundamental, sino que, se debe caprichosamente a dejar sin efecto un documento que fue generado en el periodo militar, pero reformado sistemáticamente durante la democracia, llegando inclusive a reemplazar la firma de Augusto Pinochet por la de Ricardo Lagos, quedando hasta el día de hoy vigente esta última.

Ojalá se enmiende el rumbo, y se decida primero discutir el contenido y luego la forma, de lo contrario, se está pidiendo lisa y llanamente que se firme un cheque en blanco del congreso al gobierno, quedando este experimento constitucional sin un control sobre algo tan primario, como lo es el pilar base a partir del cual se crea toda nuestra legislación.

Tal es el desinterés del gobierno, que en lugar de plantear un debate efectivo y serio y comenzar con un real proceso constituyente, sólo hizo una mención superficial, dejando la conducción y resolución de tal proceso al próximo congreso y al próximo Presidente de la República, pudiendo en consecuencia producirse un desconocimiento total de todo lo que se plantee en estos 2 años que le quedan a la actual administración, quedando en fojas 0 una invención que tiene más apariencia de ser el cometa halley de la nueva mayoría que la constitución que han venido anhelando desde ya años.

Por todo lo anterior, espero que finalmente se discutan temas como si en Chile debe haber un estado unitario o federal, si se debe incorporar la defensoría penal en un capítulo de la Constitución, disminuir la edad de 40 a 35 para el nombramiento de Contralor y Fiscal Nacional, si se debe tener un sistema presidencialista o parlamentario y las atribuciones en cada caso, disminuir o aumentar los quorum, y tantos otros temas que hoy no están siendo discutidos y que deben ser el centro del debate, para que de esta forma se legisle con una seria intención de reformar o crear una nueva Constitución, según la postura que se tenga, y no se convierta en un instrumento para desviar la atención de la gente y ocultar la nula capacidad de gestión y el rechazo que tiene el gobierno y sus reformas de la ciudadanía.

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