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La casa de Chile

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16 abr de 2015. 

Por Ignacio Pérez Tuesta, Director Escuela de Periodismo UDLA – Universidad de Las Américas

No debe haber una sentencia más clásica o deseo más adosado a la idiosincrasia del chileno que “el sueño de la casa propia”, identificando así, al mayor logro que una familia puede alcanzar.

Ahí comienza la mejor parte, darle identidad a esa vivienda que se compró con mucho esfuerzo y que se imaginó e ideó tantas veces. El color de las cortinas, elegir las baldosas con rombos o lisas, los muebles por aquí y las lámparas por allá, un cuadro que combine y la preocupación que crezca el pasto, si se tiene la fortuna de tener algo de patio, claro.

Usted dirá, afamado lector, qué diablos tiene que ver esto con algo deportivo. Mucho pues, ¿o no ha visto que los mayores problemas que tenemos para la Copa América de Chile 2015 son, justamente, en nuestras casas (estadios) que estamos adornando, construyendo, pintando y/o haciendo de nuevo?

De hecho este torneo –que Chile nunca ha ganado, pero que inauguró en 1916 junto a Argentina, Brasil y Uruguay- le ha provocado bastantes dolores de cabeza al Comité Organizador, la ANFP, los municipios, las empresas constructoras, arquitectos y obreros para que todo está concluido a tiempo. Para el chileno la casa es todo, pero siempre pasa algo.

Hacer un recuento histórico de los problemas de los estadios da para un libro. Recordemos que hubo un estadio que se inauguró aunque le faltaba la mitad (Curicó), al extremo que hubo una campaña para que se terminara el otro 50% del recinto, mientras ya se ocupaba oficialmente.

Hasta este momento hay estadios que aún están siendo remodelados y con un avance a pié forzado (Elías Figueroa de Playa Ancha) y otros dos que en los últimos meses (Ester Roa de Concepción y Sausalito de Viña del Mar) han tenido en vilo a la organización, con rumores bastante concretos, que significaría reconocer que no estarían listos para la fiesta americana. Ahora pareciera que ese “fantasma” se ha desvanecido.

Pongamos la pelota en el piso. ¿De qué se sorprenden todos si esto representa lo que nos pasa con nuestras viviendas? Recibimos departamentos donde muchas veces el metraje no era el acordado, más bien es aproximado, que las terminaciones no se terminaron o que el piso flotante no flotaba tanto.

Y en el día a día, suma y sigue. En vez de arreglar la chapa, nos acostumbramos a la maña de levantar la puerta con movimientos que sólo el dueño de casa conoce para girar la llave y abrirla. En vez de llamar al gasfíter, estamos meses amarrando la bomba del estanque del baño, nos termina de parecer melódica la gotera de la llave y en promedio nos demoramos 6 meses en terminar de desembalar y sacar de las cajas las cosas que se acumulan en la pieza ideada como escritorio. Todo se arregla con un cordelito, como esperando que por una acción sobrenatural esté listo y terminado sin mediar acción del dueño de casa.

La planificación, construcción, remodelación y entrega de los estadios chilenos, es el fiel reflejo de lo que nos pasa a nosotros en nuestras casas. Nada es casualidad, todo es consecuencia de nuestra forma de ser y mirar la vida. ¿A alguien le han entregado una casa o departamento en el plazo que originalmente le dieron? Ahórrese la respuesta.

Éstos son los días en los que uno se pregunta cuál es el concepto de desarrollo que se tiene en mente cuando se habla, justamente de “desarrollo”, en este caso, de deportes. Parece que, como diría Coco Legrand, en Chile nos acostumbramos a creer que “para qué vamos a hacer las cosas bien, si las podemos hacer mal”.

Antes de terminar, un consejo: deje de pegarle al control remoto o batirlo como coctelera para que los canales cambien y mejor cómprele pilas nuevas. Recuerde que se viene la Copa América.

 

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