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Fin a selección: aprendizajes en espacios heterogéneos

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15 Junio 2014.

Por  Erna Guerra, Seremi de Educación de Los Ríos

 

Muchos y muchas se preguntan por qué se decidió comenzar con el proyecto de ley que pone fin a la selección, al lucro y al financiamiento compartido, en el inicio de la Reforma Educacional propuesta por el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.

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La respuesta tiene directa relación con que la sociedad chilena por mucho tiempo ha exigido al Estado un cambio de paradigma donde las brechas sociales y desigualdades sean eliminadas, y donde la educación sea consagrada, con convicción, como un derecho social y no un bien de consumo.

Claramente en la actualidad nuestro sistema educativo está marcado por la segregación y la discriminación, factores que de forma evidente repercuten en la calidad educativa que se entrega. Y es en el punto de la selección de los alumnos en el que me quiero detener.

Existen estudios en esta temática – Mizala y Torche (2012) Bringing the schools back in: the stratification of educational achievement in the Chilean voucher system, por nombrar uno-, donde se compilan antecedentes que alimentan esta discusión y en el que se establece que la selección sí tiene efectos de segregación y genera desigualdad en las oportunidades de los niños y jóvenes, perjudicando a quienes presentan mayores carencias y cuya educación requiere de un mayor esfuerzo. Y es que la condición socioeconómica de las escuelas es afectada por las prácticas selectivas, porque aquellos establecimientos que usan más procedimientos de selección atienden estudiantes de familias de mayor nivel socioeconómico, o con un entorno cultural superior. Lo anterior, significa una intencionalidad de configurar una población estudiantil socialmente similar como también a una homogeneidad en materia de desempeño académico.

La experiencia internacional, es clara en relación a la segmentación: sistemas más inclusivos e integrados como lo que sucede en países como Suecia, Finlandia, Escocia e Irlanda, por nombrar algunos, se producen menores diferencias entre grupos socioeconómicos y en promedio tiene mejores resultados que sistemas más diferenciados y selectivos.

Los establecimientos privados subvencionados no son mejores en calidad que los colegios públicos si compiten en igualdad de condiciones, dado a que no son exclusivamente por mérito propio sino que está supeditado significativamente por la componente de haber descartado a los estudiantes con rendimientos escolares deficientes. De hecho, en niños y niñas es muy difícil distinguir entre el mérito y aquello que se debe a ventajas heredadas, de manera que en un sistema de selección justo, es difícil de establecer.

Por lo demás, si una comunidad educativa incrementa considerablemente sus resultados vía selección, no quiere decir que se está agregando un valor, sino creando una falsa ilusión de calidad o de excelencia, porque justamente la mejora se estrecha de manera directa con la selección y no por implementar perfeccionamientos en sus insumos o procesos técnicos pedagógicos al interior del aula.

Ahora bien, algunos apoderados de establecimientos particulares subvencionados abogan a la libertad de enseñanza y a querer pagar por la educación de sus hijos. A ellos queremos decirles que no estamos en contra de aquello. Por el contrario, nuestro argumento es que la libertad de enseñanza está dada por el factor que los padres son los que eligen a la escuela y no viceversa, porque aún nuestra sociedad tolera que establecimientos seleccionen por motivos monetarios, creencias, necesidades educativas especiales, lugar de origen, entre otros aspectos.

De hecho, a quienes se sienten inseguros por el fin a la selección, el mensaje es a que la integración y la inclusión beneficia a niños que provienen de familias con mayor poder adquisitivo sin perjudicar su rendimiento, porque les permite conocer su sociedad, disminuir prejuicios, derribar estereotipos y contemplar la realidad tal cual es con sus diversidades y pluralismo.

Lo que queremos como Gobierno, al igual que la ciudadanía -porque así lo manifestó con elegir a la Presidenta Bachelet como mandataria-, es apoyar este proyecto, que si bien sabemos es un gran cambio en las reglas del juego, también nos permitirá avanzar hacia el espíritu de una educación que entregue equidad e integración social.

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