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Gente del mimbre

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Alfonso Asencio Dillinger (4)

09 noviembre 2013.  En medio del concreto y señales televisivas existe una lucha de los que se niegan a partir, quienes a puño construyen la artesanía en su clímax épico. Ellos son un llamado de atención, punto aparte en este proceso que algunos osan llamar progreso.

En la ex-toma, hoy transformada en población y denominada El Cóndor, pervive y vive el arte/tradición de crear. “Mi hija me dijo vamos a tomarnos esas casas y trajimos la bandera y la pusimos ahí adelante, los carabineros nos decían: ‘saquen su banderita, señora, si no va a pasar anda, si no las van a echar a la calle’ y este caballero Montesinos nos acompañó. Hacíamos fogatas atrás todos los vecinos, las cuarenta casas fueron tomadas, y no nos sacaron. Después ya las arreglaron, les pusieron el piso ¡si no tenían ni piso!, le hicieron adentro todas las divisiones. De ahí empezamos a pagar arriendo, y yo tenía mi libreta de ahorro”.

Mimbre: Fibra vegetal que se obtiene de la familia de los sauces. Se utiliza cortándola longitudinalmente en lonjas y trenzándola para elaborar cestos, muebles y otros útiles.

Artesano: Persona que realiza un arte u oficio, caracterizándose por usar materiales locales.

Alfonso Asencio Dillinger (11)

“Mi nombre es Esmelinda Reyes Chávez, tengo 83 años y desde los 15 que trabajo en mimbre”, replica a mis primeras palabras esta admirable mujer, orgullosa de pertenecer a esta rama de artesanos.

De padres chillanejos, artesanos del mimbre por generaciones, sus padres abandonaron su hogar en busca de trabajo y terminaron en la ciudad de Osorno. Con el tiempo ella se radicó en el sector Cocule, desde donde se trasladó definitivamente a su hogar actual, criando orgullosa a ocho hijos y lamentando la cercana partida de uno de ellos. Desde hace más de 25 años que enterró a su esposo, trabajador del ferrocarril, quien de igual forma aprendió este oficio.

Recolección

Los chicos salen a buscar el mimbre: «salen pa’llá pa´ Cocule en bote, ahora uno se fue a trabajar por fuera porque está media escasa la varilla porque los ríos están muy llenos”. Recuerda que hace algunos días uno de sus hijos cayó al agua por sacar la tijera que se utiliza en la recolección.

Nos comenta que hace algún tiempo la obtención del mimbre no exigía mayor esfuerzo físico. En los tiempos corrientes, este se ha vuelto cada vez más escaso en la ciudad, debido a la limpieza de bordes lacustres y la desaparición de humedales (Población Foitzick). Antonio Vargas, quien vive con ella, añade: “allá donde el ‘coño’ González, ahí cortamos cualquier varilla. Nos venían a buscar en camión de la municipalidad. Después ahí el ‘cabro’, después que murió el viejo, mandó a cortar todas las varillas. Traíamos cualquier varilla”.

La señora Ermelinda nos recuerda que antes fabricaba canastos de quila que se vendían en Osorno, pero -al igual que en el caso de los artesanos del mimbre- aquel oficio se ha ido perdiendo por falta de material o artesanos: “Aquí había hartos que trabajaban el mimbre, de Trumao traían hartos trabajos, sillones, muebles. Pero ya no se ven ya, todo eso ha ido desapareciendo y los otros han muerto, yo me he ido escapando, no más”, dice entre risas.

«Algunos dicen que esto es facilito, van a buscar las varillas ahí no más… pero hay que buscar varillas que sirvan, tiene que ser lisita. Esas que son gancho, esas no sirven. Puro renuevo, no más, que viene lisito pa´rriba».

El mimbre en la época de renuevo resulta dócil a la mano creadora pues está húmedo, lo que de la misma forma permite la fácil extracción de las hilachas o wiras, entiéndase la corteza de la varilla. Por el contrario, esta al secarse dificulta la separación de rama y envoltorio, viéndose forzado el artesano a rasparla.

En la actualidad estos oficios solo son vistos como una labor solo ornamental, otorgándoles segundos y terceros lugares, y negándoles la importancia y fundamental utilidad que tuvo en el pasado y que aún tiene, en buena medida.

Alfonso Asencio Dillinger (2)

Historia del Mimbre

El mimbre como objeto de trabajo se registra desde antaño, incluso en la civilización egipcia. Este vegetal se encuentra distribuido por Europa, Asia, Norteamerica, Norte y Sur de África. Chile posee una variedad de nombre científico Salix homboldtiana, que es la única nativa de América del Sur. Destaca en la VI Región de Chile la ciudad de Chimbarongo, que en su momento fue conocida por sus grandes artesanos en este material, en su honor se levanta la Estatua del Tejedor de Mimbre. De igual forma esta tradición se extiende hasta Chiloé.

De la izquierda

Doña Esmelinda hace recuerdos y se refiere a las difíciles circunstancias vividas durante la dictadura: “Yo vivo toda esa época, así que nadie me va a venir a contar cuentos. Me tocó andar en las colas, pidiendo casi por favor que le vendan un paquete de cigarros, un poco de yerba, alguna cosa. Mi marido era vicioso, así que tenía que andar con los cabros en las colas y ahí le comprábamos cigarros. Ahora ahí donde Moretti me guardaban la yerba, el azúcar, cuando estaba escasa. Yo lo conocía a ese caballero Moretti. Todo eso pasé yo, poh. Cuando íbamos a entregar canastos a Osorno, que nos íbamos en el tren que iba en la noche pa`lla, llegábamos a las diez de la noche, once de la noche y allá los militares en la pasada, en un puente que había ahí, estaban con fusiles y sacaban todos los canastos y los registraban todos a ver si llevábamos armas, si llevábamos algo. Yo soy de la izquierda, toda mi familia es de la izquierda, así que no puede cambiarse uno”, dice convencida.

Alfonso Asencio Dillinger (3)

Lúcidos 83 años

En su tiempo libre pasea por el Centro del Adulto Mayor Millaray (confiesa que, para no aburrirse, hace canastos de vez en vez) donde toma clases de baile, canto y comparte con sus compinches. Nos cuenta que también ha enseñado su oficio y “acusa” entre risas que “la gente no aprende mucho”. En su juventud ofreció su saber a escuelas, dando talleres y charlas. Al igual que una de sus hijas.

El único reconocimiento que ha recibido es un diploma de la Sociedad Independiente de Artesanos que cuelga en la pared: “nunca pensé que se iban a acordar de mí”. La ciudad sin duda ha sido ingrata y no ha reconocido la trayectoria de esta familia de tradición mimbrera.

No deja de ser sorprendente que a sus 83 años permanezca totalmente lúcida y, por ejemplo, recuerde a la perfección el número de desbloqueo del Canal del Fútbol Premium, cuando uno de sus hijos se lo solicita. Sus manos no han quedado indiferentes al paso del tiempo y a veces le impiden trabajar todo lo que quisiera: “me duelen las articulaciones. Pero con la plata que recibo de pensión a veces no queda de otra. Pero a veces la gente no valora esto, piden rebaja. Al pobre siempre se le hace una rebaja, al rico se le tira el palo alto no más”. Antonio expresa que su madre ya está vieja, apenas puede caminar y que le duelen las manos.

Alfonso Asencio Dillinger (9)

Me invita a su pequeño taller, donde mantiene dos perros labradores y un techo casi improvisado que los protege de la lluvia. Recuerda que un sacerdote le ayudó a construir aquel toldo para que sus herramientas no se oxidaran. Nos explica que no le interesa postular a proyectos ya que el trámite es bastante engorroso y al no contar con asesoría la empresa se dificulta. Claro que lo intentó, pero al final -como ella lo denota- “me cabrié”.

Respecto a su salud, la artesana dice: “Hasta ahora estoy bien. Yo soy hipertensa, me controlo todos los meses, me dan remedio pa` que no se me suba la fiebre. Ahora me ha tenido media jodida la gripe, toda la gente anda agripá. Yo me acuerdo en Osorno, en septiembre los cabros se bañaban ya. Y ahora en septiembre, de adónde: puro frío no más”.

La pérdida de las tradiciones se ha vuelto crítica en estos tiempos: el concreto quema no solo la tierra, sino costumbres y valores. Nadie dice que volvamos a la barbarie sino que deberíamos conducir con precaución hacia un desarrollo íntegro de todos y todas. No solo de industrias y tecnologías militares. Esmelinda, con su vida y su ejemplo, nos hace ver aún más claro este desafío.

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Alfonso Asencio

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